Emblemática de la escultura Songye, esta figura adopta la apariencia de un personaje de máscara Kifwebe, encaramado en un pedestal. Hermosa pátina matizada, grietas de desecación. Se introducían ingredientes de diversa procedencia en el abdomen de los fetiches, en el cuerno, a veces también en bolsitas adheridas al taparrabos, para reforzar el poder del objeto. Los textiles, las plumas y los collares también eran atributos necesarios para protegerse de la brujería. Los songye procedían de la región de Shaba en la República Democrática del Congo y se asentaron a lo largo del río Lualaba en medio de sabanas y bosques. Su historia es inseparable de la de los Luba con los que están relacionados a través de ancestros comunes. Muy presente en su sociedad, la adivinación permitía descubrir hechiceros y arrojar luz sobre las causas de las desgracias que golpeaban a los individuos. El Nkisi desempeña el papel de mediador entre los dioses y los hombres. Los ejemplares grandes son propiedad colectiva de todo un pueblo, las figuras más pequeñas pertenecen a un individuo o una familia.
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