Figura esculpida de mirada vidriosa y cuyas uñas en el busto dan fe de acuerdos celebrados; Se inserta una carga mágica en la cavidad del abdomen. Pátina granular de color blanco grisáceo, erosiones y grietas por desecación. Entre los Kongo, la nganga se encargaba de los rituales activando una fuerza espiritual con un nkondi (pl. nkissi). El término nkisi se utilizó entonces para designar las nociones de “sagrado” o “divino”. La categoría más influyente de los "minkisi kongo" estaba formada por instrumentos destinados a ayudar a los jefes regionales a hacer cumplir la ley, y cada clavo evocaba un caso particular: partes en disputa, divorcios, conflictos entre comunidades... Los nkondi querían así garantizar que el acuerdo para resolver el conflicto se aplicó adecuadamente y que los individuos temen las consecuencias de su comportamiento. A partir de la segunda mitad del siglo XX, los minkisi minkondi fueron colocados estratégicamente a lo largo de las costas del reino de Loango para protegerse de las incursiones europeas. Entre los más poderosos, el Mangaaka era considerado el "rey" y "maestro", árbitro supremo de los conflictos y protector de las comunidades, y que se convirtió en el género escultórico más ambicioso y monumental.
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